‘The Bear’, cuarta temporada: Cada segundo cuenta
La aclamada serie de Disney: The Bear, estrenó recientemente su cuarta temporada en la que confirmó porque es una de las grandes historias del streaming en los últimos años
Escribo este texto el día de mi cumpleaños, excusa conveniente para reflexionar sobre las implicaciones de crecer y afrontar los desafíos de la vida, así como las interacciones humanas, tanto con otros como con uno mismo. Tal y como lo expone, de forma dramática, The Bear.
La multipremiada serie de Disney+ recién estrenó su cuarta temporada y, capítulo tras capítulo, prescribe altas dosis de realidad, sobre todo en lo que refiere a reconocer nuestras derrotas, aceptar fallos y comprender lo complejo que es perdonar.
“Carmy”, personaje interpretado por Jeremy Allen White, es un hombre atormentado por culpas adquiridas innecesariamente que le impiden tener relaciones sanas.

Un personaje que se transforma
Los traumas vividos en el entorno laboral y familiar limitan su forma de querer, al grado de eclipsar su lado humano —notable en su frialdad—, a pesar de mostrar destellos de empatía.
“Carmy” no está exento de sentir lástima o compasión, pero no es capaz de aceptarlo y actuar al respecto. Nada alejado de la realidad.
En la nueva temporada, este peculiar personaje se transforma: se humaniza. Toma conciencia del daño que ha causado —intencionalmente o no—, pero sobre todo de la barrera que levantó para recibir y dar afecto.
“Encontraste algo que amas y está bien si ya no lo amas, porque la parte más especial de esto es que eres capaz de amar así”.
Esta poderosa frase, dicha por la hermana de “Carmy”, condensa el arco dramático del talentoso y atormentado chef que encuentra redención en dejar de tenerse lástima, encontrar un motivo para seguir sin remordimiento por lo que dejó atrás.
La vida a veces nos dice que tiene otros planes
No obstante, “Carmy” no es el único lidiando con sus propios demonios. El “Primo Richie”, interpretado magistralmente por Ebon Moss-Bachrach, busca salir de las sombras para acercarse a un panorama de claridad emocional donde la madurez es su mayor fortaleza.
Pero no es sencillo. “Richie” batalla con el estrés laboral, las fricciones con “Carmy”, la imborrable huella que dejó su expareja —que está a punto de casarse— y, por si fuera poco, la lucha por mantener su papel de padre.
La historia de “Richie” nos recuerda que no importa cuánto te esfuerces, ni tampoco lo bien intencionado que seas: la vida tiene otros planes para ti, y hay que aceptarlos, aunque no resignarse.

Aceptar los riesgos de vivir al límite
Hace un par de semanas, Ebon estuvo en la CDMX y tuve oportunidad de preguntarle sobre la frustración que genera intentar mejorar una y otra vez sin éxito:
“Hay que ser flexible porque la vida nunca va como uno la planea. Creo que esa es una de las buenas enseñanzas de la serie: algo muy real y universal”, dijo.
Al final, la vida es eso: aceptar los riesgos de vivirla, arriesgar, saltar sin saber si la caída será perjudicial o no, pero, sobre todo, perdonarse a uno mismo y evitar infligirnos daño privándonos de querer y recibir afecto.
“Richie” es un tipo endurecido por los golpes de la vida, pero lleno de bondad. ¿Te suena familiar? Hay corazas construidas con dolor, pero que no son imposibles de pulverizar. Este personaje da cátedra para bajar la guardia y deja claro que la hostilidad nos aleja de nosotros mismos y nuestros seres queridos.
Crecer también es reconocer que necesitamos amar y ser amados. Abrazar nuestra vulnerabilidad no significa debilidad, todo lo contrario. Y finalmente, sanar no es un camino fácil, pero vale la pena intentarlo y ser mejor persona.
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