‘Mr. Nobody against Putin’: Una película de riesgo, humor y resistencia
En la frontera más delicada del mundo moderno, donde los ecos de Corea del Norte y Corea del Sur se entrelazan con la historia y la tensión política, se proyectó Mr. Nobody against Putin, dirigida por David Borenstein y codirigida y protagonizada por Pasha Talankin.
Mr. Nobody Against Putin (El señor Nadie contra Putin) es un documental que narra la historia de Pasha Talankin, un profesor ruso que documenta en secreto cómo su escuela rural se convierte en un centro de reclutamiento militar durante la invasión rusa de Ucrania.
Filmado clandestinamente, el documental expone los dilemas éticos que enfrentan los educadores ante la propaganda y la militarización del sistema educativo, así como la transformación de los jóvenes en soldados.
La importancia de presentarse en Corea del Sur
La película se presentó en el DMZ Docs de Corea del Sur, un festival que ha transformado la zona desmilitarizada en un espacio de diálogo cultural y reflexión.
David Borenstein recuerda con asombro la experiencia de la proyección en la que Clímax en Medio estuvo presente: “Nos dijeron que el sistema de sonido estaba tan potente que los radios norcoreanos probablemente podían escuchar nuestra película. Fue fascinante ver cómo algo tan artístico podía tocar, siquiera de manera intangible, a quienes viven bajo un régimen tan distante de nuestra realidad”, dijo.
Para el director, la elección del DMZ Docs como escenario inaugural no fue casual: “Este festival se ha convertido en un símbolo de lo que aceptamos que no es normal, algo que refleja muchos de los problemas del mundo. Metafóricamente, conecta con la historia que estamos contando sobre Rusia y la guerra”, expresó.

El origen de la película
La génesis de Mr. Nobody against Putin surge de un acto de valentía personal. Talankin relata que todo comenzó cuando una empresa rusa publicó un casting para un contenido web sobre la invasión a Ucrania.
Mientras buscaban historias “positivas”, Talankin respondió con una carta que denunciaba la propaganda y el adoctrinamiento militar que estaba recibiendo: “Le escribí una carta muy directa sobre cómo me habían convertido en un propagandista y cómo estaba lidiando con este dilema ético”, comentó.
Borenstein explica cómo esto despertó su interés: “Cuando vi los primeros videos que Pasha me envió, lo primero que noté fueron escenas que mostraban lecciones completamente absurdas de propaganda: un profesor de historia afirmando que Europa perdería la guerra, que los franceses montarían a caballo como mosqueteros. Me abrió los ojos sobre lo que estaba sucediendo en Rusia”.
Talankin, por su parte, subraya que la película habría existido de todos modos: “Si no hubiera tenido esa conversación con David, la película habría sucedido. Pero trabajar juntos me permitió eliminar ciertos materiales y construir una narrativa que fuera ética y responsable”.
Humor como herramienta de resistencia
Uno de los aspectos más distintivos de la película es su tono, que combina la seriedad de la propaganda y la guerra con momentos de humor.
Borenstein destaca que Talankin “es un bromista natural, no el típico intelectual ruso que haría un documental duro sobre Putin. Su manera de narrar historias permitió ver la guerra desde un ángulo diferente, con un humor que desarma la gravedad de los hechos sin restarles importancia”, comentó.
Talankin reconoce la función del humor: “En Rusia, los maestros como yo enfrentan dilemas enormes. El humor nos permite hablar de temas muy serios sin que todo sea solo tensión y miedo. Es una forma de resistencia, de mantenerse humano frente a la maquinaria de propaganda”, dijo.

Acceso a escuelas y escenas críticas
La película destaca también por su acceso a escuelas rusas, instituciones cerradas donde rara vez entra una cámara. Talankin resalta escenas esenciales que se mantuvieron en la edición final:
“Hay momentos donde la directora dice: ‘Si enseñara esto, me despedirían’. David insistió en que esa escena debía estar, porque muestra la realidad y el riesgo que enfrentamos”, mencionó.
Borenstein añade que este tipo de imágenes revela cómo funciona la guerra desde la retaguardia, en la educación: “No hay campos de batalla visibles, pero sí un conflicto moral y cultural que afecta a toda una sociedad”.
Festivales y recepción internacional
Mr. Nobody against Putin tuvo su estreno internacional en DMZ Docs y también se proyectó en Sundance, Estados Unidos y su versión en México, Sundance México, en Ciudad de México.
Borenstein recuerda la experiencia mexicana como particularmente enriquecedora: “Fue increíble interactuar con el público. Sundance reunió a directores, críticos y espectadores, y todos compartieron sus reacciones. En Europa, la gente quería información sobre Rusia; en Estados Unidos, muchas preguntas giraban en torno a nuestra propia realidad”.
La película ha participado en múltiples festivales internacionales de cine independiente, recibiendo reconocimiento por su valentía narrativa y su innovadora forma de combinar documental y ficción.

Reacciones en Rusia
Talankin enfatiza que la recepción dentro de Rusia ha sido compleja: “Hemos recibido mensajes muy agresivos, insultos y amenazas”, dijo.
“Algunos padres escribieron cosas como: ‘Esperaremos a que se te rompa la espalda y entonces vendrás arrastrándote a pedir perdón’. Pero también hemos visto muchas respuestas positivas, personas que reconocen la honestidad y el mensaje de la película”, añadió.
Borenstein apunta que esto demuestra la fuerza de la narrativa individual: “Pasha no es un intelectual típico, es un maestro de pueblo. Su mensaje es simple: no quiero ver a mis hijos sosteniendo armas en la escuela. Esa es una preocupación humana básica con la que mucha gente puede identificarse”, comentó.
El mensaje universal
Tanto Borenstein como Talankin coinciden en que la película va más allá de la crítica a un país o a un gobierno. Talankin lo expresa así: “Cada persona tiene unos minutos en este mundo en los que puede hablar. La película muestra cómo esos minutos son una oportunidad para ser escuchado”, expresó.
Borenstein añade: “El cine es un arte sintético que combina emociones, contradicciones, humor y tragedia. En Mr. Nobody against Putin, cada escena busca hacer sentir al espectador la tensión de vivir en un mundo donde la verdad y la propaganda coexisten, y donde la inocencia de los niños está comprometida por decisiones políticas de adultos”, dijo.

La ética de contar la historia
Un tema central que ambos destacan es la ética detrás de la realización del filme. Talankin afirma: “El material que recibí de mi padre no me daba derecho a borrarlo, pero al mismo tiempo, debía usarlo responsablemente. La película es un equilibrio entre mostrar la verdad y proteger a quienes están expuestos”.
Borenstein explica cómo esta ética influyó en las decisiones narrativas: “Elegimos mostrar la historia de Pasha y de su escuela de forma que se entienda la realidad rusa, pero sin poner en riesgo a los involucrados. Cada escena, cada decisión de edición, buscó ese equilibrio”, enfatizó.
Mr. Nobody against Putin se presenta como una obra que trasciende fronteras geográficas y políticas, explorando la propaganda, la guerra educativa y la ética personal a través de un relato humano, lleno de humor y riesgo. La película permite que un maestro de pueblo, desde Karabash, comunique un mensaje universal: la importancia de la voz individual y la resistencia moral frente a sistemas opresivos.
Talankin resume el espíritu de la película: “No se trata solo de Rusia, sino de cualquier persona que en algún momento tiene la oportunidad de ser escuchada. Esa es la verdadera fuerza del cine: transformar minutos en el mundo en momentos que resuenan más allá de las fronteras”, concluyó.