‘Largo camino al amanecer’: Un cortometraje visceral sobre el horror de la pérdida
El cineasta Luis J. Arellano nos habla de su más reciente cortometraje Largo camino al amanecer que se proyectó en el marco del Festival Macabro.
En el cine de terror y suspenso, el luto ha dejado de ser un simple trasfondo para convertirse en un personaje en sí mismo.
Películas como Hereditary (2018) de Ari Aster o la más reciente Bring her back (2025) de los hermanos Danny y Michael Philippou lo muestran como una fuerza que desgarra y destruye a quienes lo padecen.
El duelo no sólo marca a los protagonistas: se convierte en el verdadero antagonista, aquel que revela el lado más visceral de lo humano y nos confronta con todo lo que un personaje roto está dispuesto a hacer con tal de sanar esa herida.
Ese mismo territorio recorre Largo camino al amanecer, cortometraje de Luis J. Arellano que coloca a Sara —una madre devastada por la muerte de su hija— frente a una decisión atroz: secuestrar a la bebé de otra mujer víctima de violencia doméstica.

El filme llegó al Festival Macabro
El corto se proyectó en la 24ª edición del Festival Internacional de Cine de Horror de la Ciudad de México, Macabro.
En entrevista exclusiva con Clímax en Medio, Arellano reconoce que esta obsesión por narrar la pérdida atraviesa toda su obra:
“Tanto Mi reino (2022) como otro cortometraje de ficción que hicimos en 2018 llamado Eco de trompeta, todos tienen un duelo, en todos muere alguien. Y en ninguno vemos la muerte tal cual… todo se centra en qué hacemos después de ello y cómo lo resolvemos”, comentó.

El director recuerda que la semilla de esta historia surgió de una escena cotidiana en el metro de la CDMX: “Me encontré una señora, bueno, una mujer joven y a un hombre también joven con un bebé… la mujer tenía la frente contra la pared, se me hacía muy raro el cuadro”, dijo.
“Y empecé a imaginar qué tipo de mañana o madrugada habían tenido estas personas y desde ahí empecé a inventar una historia”, siguió.
Esa imagen, aparentemente trivial, se transformó en un relato crudo sobre el luto, la pérdida de una madre y las decisiones extremas que nacen de ese vacío imposible de llenar.
El duelo como fractura de la realidad
Para Arellano, la pérdida no es un evento aislado, sino un quiebre que altera la percepción misma del mundo:
“El proceso de duelo para mí es una cuarteadura rara en la realidad, como la forma en la que desaparece un ser querido… mi cabeza genera otros cauces y otras narrativas que sugieren que esa persona está en otro lado”, comentó.

Esa visión impregna la historia de Sara, quien actúa desde la herida y no desde la razón.
Arellano desplaza una historia íntima hacia territorios cercanos al suspenso y el terror psicológico. Lo perturbador surge precisamente de lo cotidiano: la maternidad, el duelo y la violencia doméstica adquieren un tono espectral sin necesidad de recurrir a lo sobrenatural.
El cineasta insiste en que su interés no está en justificar la acción del secuestro, sino en mostrar lo que ocurre cuando el dolor empuja a alguien hasta el límite:
“Me interesó mucho… darnos claridad de dónde viene ese dolor y de dónde viene ese acto y luego qué es lo que hace ella con ello, qué es lo que hace con el crimen que acaba de cometer”, expresó.
El silencio y los desafíos técnicos
A diferencia de su documental Mi reino, en Largo camino al amanecer,Arellano reduce las palabras al mínimo. Aquí, el silencio también juega un papel protagónico.
“Quería que tuviera pocos diálogos, que entendiéramos todo por el contexto o por las acciones de los personajes”, comentó.

En lugar de explicaciones verbales, el cortometraje exige que el espectador observe y complete los vacíos emocionales con su propia experiencia.
El director reconoce que llevar a la pantalla una historia tan intensa implicó desafíos técnicos y emocionales.
“Jamás había filmado con bebés y tenemos siete durante todo el corto… si un bebé se pone a llorar en set con gente cansada, eso implica también un reto emocional para los demás”, expresó.
A ello se sumó la necesidad de reescribir escenas sobre la marcha: “Dije: ‘Esto se está quedando corto. Esto no está funcionando’. Y hay que reescribir escenas y crear otros ambientes”, sumó.

Mirar el dolor sin explicaciones
Largo camino al amanecer destaca por su capacidad de incomodar y obligar al espectador a habitar el silencio, a enfrentarse al dolor sin filtros ni justificaciones.
El resultado es un cortometraje que expone la vulnerabilidad humana y muestra cómo el duelo puede arrastrarnos hasta nuestro lado más oscuro.
