La observadora observada: El legado de Jane Goodall en la pantalla y la cultura
El 1 de octubre de 2025, en California, lejos de la selva que la hizo eterna, se apagó la voz de la Dra. Jane Goodall. A los 91 años, su partida fue serena, un final por causas naturales en medio de una de sus incansables giras de conferencias.
Su final fue un susurro, en agudo contraste con el estruendo de un legado que no derribó muros, sino que nos reveló que nunca existieron; que el espejo que creíamos tener frente a nosotros era, en realidad, una ventana a un parentesco olvidado.
Goodall no fue solo una científica; fue una Dama del Imperio Británico, una Mensajera de la Paz de las Naciones Unidas y un icono global cuya vida se convirtió en una de las historias más improbables y cautivadoras del siglo XX, una narrativa destinada a ser contada en la gran pantalla.
Su muerte no es un punto final, sino la confirmación de su inmortalidad, un legado que hoy vive en la ciencia, el cine y la conciencia global que ayudó a despertar.

El sueño de una niña: El origen de la leyenda
Para comprender la magnitud de su improbable viaje, es necesario regresar al principio, a los sueños de una niña que sentaron las bases de una conexión única tanto con los animales como con el público que la observaría por décadas.
Nacida en Londres en 1934 y criada en el Bournemouth de la posguerra, Valerie Jane Morris-Goodall creció con una fascinación que parecía predestinada. El catalizador de su amor por los primates fue un chimpancé de peluche llamado “Jubilee”, un regalo de su padre que, lejos de causarle pesadillas, encendió la chispa de una vocación.
Mientras crecía en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, a Jane Goodall le decían a menudo que sus sueños eran solo eso: fantasía, irrealismo, inalcanzables: “Leí a Tarzán y me enamoré, aunque él se casó con la Jane equivocada, el miserable”, bromeó en una conferencia en el 2017.
A pesar de que su familia no podía financiar una formación universitaria, su sueño de ir a África persistió con una voluntad inquebrantable. En 1957, con 23 años, viajó a Kenia invitada por una amiga.
Fue allí donde una llamada telefónica cambió el curso de la ciencia moderna: concertó una cita con el célebre antropólogo Louis Leakey.
Fue allí, en una decisión que alteraría para siempre la primatología, donde Leakey apostó no por un académico de renombre, sino por una joven secretaria cuya única credencial era una mente indómita, libre de los dogmas que a menudo ciegan a la ciencia, y una pasión pura por el mundo animal.
Leakey le ofreció un puesto, preparándola para una misión que definiría su vida y la nuestra. Era el primer acto de una historia épica que estaba a punto de comenzar.

Gombe: Donde la ciencia se convirtió en Cine
El Parque Nacional Gombe Stream no fue solo un sitio de investigación; fue el escenario natural donde se filmó una de las sagas de descubrimiento más importantes del mundo.
En julio de 1960, la escena era digna de una película: una joven de 26 años, sin formación académica formal, se adentraba en la selva de Tanganica (actual Tanzania) con la sola compañía de su madre, cuya presencia era una exigencia de las autoridades británicas.
Su misión, que en teoría duraría seis meses, se convirtió en una de las investigaciones de campo más prolongadas de la historia, y en un testimonio de la perseverancia humana.
Sus métodos, considerados poco ortodoxos, fueron la clave de la narrativa que cautivaría al mundo. Y entonces, Gombe comenzó a revelar sus secretos, cada uno un golpe al orgullo de la especie humana.
Observó, atónita, cómo los chimpancés no sólo usaban, sino que fabricaban herramientas, despojando hojas de las ramas para “pescar” termitas.

Un telegrama para la historia
El telegrama de Leakey se hizo leyenda: “Ahora, debemos redefinir al hombre, redefinir las herramientas ¡o aceptar a los chimpancés como humanos!”.
Desmanteló el mito del vegetariano pacífico al documentar cacerías brutales y coordinadas. Pero su revelación más profunda fue la más simple: al bautizarlos con nombres como David Greybeard y Flo, afirmó que poseían lo que la ciencia les negaba: personalidades, emociones y lazos que forjaban sociedades complejas.
Eventualmente, esta misma empatía le reveló un “lado oscuro”: una guerra territorial de cuatro años, agresión, e incluso el canibalismo por parte de hembras dominantes, un inquietante paralelismo con la naturaleza humana.
Sus hallazgos le valieron un lugar en un programa de doctorado en la Universidad de Cambridge, en un hecho extraordinario: fue una de las pocas personas admitidas sin poseer un título de grado.
Pero fue la intervención de National Geographic la que transformó esta validación académica en un fenómeno mediático global. A través de sus documentales, el mundo vio lo que ella vio.
Al darles nombres, al ver en ellos personalidades y dramas familiares, Goodall no solo humanizó a los chimpancés; sin saberlo, les hizo un casting. Convirtió a Flo, a David Greybeard y a Frodo en los protagonistas de una saga que el mundo estaba esperando ver.

El legado fílmico: Jane Goodall, la estrella documental
La vida y obra de Jane Goodall se adaptaron con un éxito extraordinario al formato documental por una razón fundamental: su historia contenía todos los elementos de una gran epopeya.
Tenía una protagonista carismática y valiente, un escenario exótico y desconocido, y una trama de descubrimientos que nos obligaban a cuestionar nuestra propia definición de humanidad.
Con más de 20 producciones de cine o televisión sobre su trabajo, su legado fílmico es tan robusto como su legado científico.
- Jane (2017): Considerado un hito cinematográfico, este documental dirigido por Brett Morgen es la destilación más pura de su historia. Utilizando más de 100 horas de imágenes inéditas, perdidas durante años en los archivos de National Geographic, y envueltas en una hipnótica banda sonora del compositor Philip Glass, la película transporta al espectador a los primeros días en Gombe. Las reseñas la aclamaron como “uno de los mejores documentales de 2017” y una “película de una belleza profunda y sensible”.
- El viaje de Jane (Jane’s Journey): Esta producción, preseleccionada para el Oscar a Mejor Documental en 2012, consolidó su estatus como un ícono cuya influencia trascendía la investigación, siguiendo su transición de científica a activista incansable en su viaje perpetuo para difundir su mensaje.
- Jane Goodall: La gran esperanza (2020) y Jane Goodall: Razones para la esperanza (2023): Estos documentales más recientes reflejan la evolución final de su mensaje. Ya no se centran únicamente en los descubrimientos del pasado, sino en su rol como faro de inspiración, motivando a las personas a marcar la diferencia.

Sí fue consultora de El Planeta de los Simios
Aunque a lo largo de la historia se ha negado que su trabajo haya tenido alguna relación con la saga de El Planeta de los Simios, ha sido la misma Jane Goodall quien aceptó que para la primera película la consultaron como parte del equipo de producción, como lo dijo recientemente en la CDMX a una pregunta expresa de Eleane Herrera, reportera de Clímax en Medio:
“Solamente tuve contacto para la primera película. Básicamente me consultaron sobre el comportamiento de los chimpancés y tuve un encuentro con la producción, con los actores de la película. Yo estoy impresionada de la similitud que hay en los comportamientos de los chimpancés de la película con la vida real”, comentó.
“Especialmente en la primera versión hay un momento en el que pusieron a los humanos dentro de las aulas donde estaban los chimpancés y empezaron a hacer lo mismo que la gente hacía con los chimpancés”, continuó.
“Y el tema habla sobre la experimentación en animales que hoy más que nunca es completamente innecesario porque la tecnología tiene ahora formas de experimentar con medicamentos y con cosas que son mucho más exactas que usar animales”, complementó en la charla titulada “Razones para la esperanza” que presentó en universidades privadas de la CDMX.
Además, con motivo del estreno de un nuevo capítulo de la famosa saga, La guerra del planeta de los simios, los productores de la película 20th Century Fox se comprometieron con la misión de rescate, protección y conservación de chimpancés del Instituto Jane Goodall en Congo, en especial con apoyo a reintroducción y finalización de dormitorio de chimpancés rescatados, que llevó el nombre del protagonista del film: César.

Un ícono pop: De la parodia al homenaje
Pocas figuras científicas logran dar el salto al panteón de la cultura popular, pero la presencia de Goodall en la animación, el humor gráfico y hasta en el mundo de los juguetes demuestra que se convirtió en un símbolo universal de curiosidad, valentía y respeto por la naturaleza.
En la animación
Apareció como ella misma en The Wild Thornberrys, pero la prueba definitiva de su reconocimiento masivo llegó con la parodia. En Los Simpsons, el personaje de la Dra. Joan Bushwell es un claro homenaje que demostraba que su imagen era tan reconocible que podía ser caricaturizada con afecto.
En el humor gráfico
El incidente con una viñeta de The Far Side de Gary Larson, que bromeaba sobre su cercanía con los chimpancés, es legendario. Mientras su instituto reaccionaba con indignación, Goodall la encontró divertida. Con una elegancia característica, convirtió una potencial controversia en una amistad y en una fuente de financiación, destinando los beneficios de las camisetas con la viñeta a su causa.
En el mundo de los juguetes
El círculo se cerró de forma poética: la niña que una vez se aferró a su chimpancé de peluche, “Jubilee”, se convirtió en un juguete inspirador para una nueva generación. En 2022, fue inmortalizada con su propia muñeca Barbie, hecha de plástico rescatado del océano, y poco después con un set conmemorativo de LEGO. Estos homenajes no son triviales: son Barbies no de fantasía, sino de propósito, que aseguran que su historia inspire a los niños a soñar con la ciencia y la conservación.
En la publicidad y la música
Su inclusión en la legendaria campaña “Think Different” de Apple la colocó junto a figuras como Albert Einstein y Martin Luther King Jr., reconociéndola como una de las mentes que cambiaron el mundo. Su voz también fue sampleada en el proyecto musical Symphony of Science, llevando su mensaje a audiencias completamente nuevas.
Estos homenajes aseguran que su mensaje de curiosidad y respeto por el mundo natural continúe resonando en ámbitos muy alejados de la selva de Gombe.

El plano final es la esperanza
La trayectoria de Jane Goodall es un círculo perfecto. Comenzó observando en silencio en Gombe y terminó alzando la voz por todo el planeta, transformándose de científica a un faro de esperanza global a través del Instituto Jane Goodall y su programa para jóvenes, Raíces y Brotes (Roots & Shoots). Su vida nos enseñó que la ciencia, en su forma más pura, no es una disciplina fría, sino un acto de amor y empatía.
Sus propias palabras encapsulan la filosofía que guió su extraordinario viaje y que ahora queda como su testamento:
“Los chimpancés me han dado tanto… Las largas horas compartidas con ellos en la selva han enriquecido mi vida más allá de lo imaginable… Lo que he aprendido de ellos ha modelado mi comprensión de la conducta humana y de nuestro lugar en la naturaleza”, dijo.
Jane Goodall ha fallecido, pero su historia—esa que fue contada innumerables veces en libros, películas y hasta en juguetes—continúa.
La observadora ha sido observada por el mundo durante más de sesenta años, y en el reflejo de su mirada, aprendimos a vernos a nosotros mismos. Nos deja con su mensaje más poderoso y urgente: que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay “razones para la esperanza”.