‘La mecánica de los sueños’: Un viaje pirata que celebra la magia del teatro
La puesta en escena La mecánica de los sueños cerró el pasado domingo una breve temporada en la cartelera como una de las propuestas escénicas más innovadoras de los últimos tiempos, instalándose en el prestigioso Teatro de las Artes del CENART.
Su retorno no es casual; se trata de una obra con una misión estratégica clara: contagiar a las nuevas audiencias la pasión por los mecanismos, los oficios y las máquinas teatrales que dan vida a la ficción. No es solo entretenimiento, es una invitación a enamorarse del corazón invisible del escenario.
La premisa central es un brillante ejercicio de metateatro: una obra sobre la creación de una obra. Seguimos a una antigua compañía de piratas que, tras 400 años de contar la misma historia, decide romper con la rutina y embarcarse en una aventura inédita.
La particularidad es que no lo harán solos: necesitan la ayuda indispensable del público para navegar esta nueva travesía.

Una aventura pirata sobre la creación de un sueño
Este análisis desglosa tanto la genialidad de su concepto y ejecución como sus pequeños tropiezos, ofreciendo una visión completa para el espectador que se atreva a subir a bordo.
La narrativa de La mecánica de los sueños es, en sí misma, un homenaje al proceso creativo teatral. A bordo del barco “Quítate-que-ai-te-voy”, la trama utiliza una vibrante aventura pirata como vehículo para explorar la dramaturgia, la dirección y la actuación en tiempo real.
La odisea comienza con una crisis existencial: harta tras 400 años de rutina, la Bucanera, capitana de la tripulación, está lista para tirar la toalla.
Sin embargo, su elenco, que se ha acomodado confortablemente en sus roles durante siglos, se resiste al cambio. Es este conflicto el que desata una nueva saga, tan incierta como emocionante, en la que se ven obligados a crear una historia desde cero.
Con humor, ópera, música en vivo y recursos corporales, los personajes confrontan criaturas impredecibles y dialogan con los fantasmas de la tramoya, la escenografía y el vestuario: esos “mecánicos invisibles” que dan vida a la ilusión escénica.

El público, el verdadero tesoro de la función
En entrevista con Clímax en Medio, Carlos Alexis, actor y parte del equipo de producción, comparte: “Prolegómeno es un personaje que marca el tono de la obra, porque rompe la cuarta pared y nos recuerda que el teatro habla de sí mismo”, dijo.
“Lo más emocionante es ver cómo los niños y adultos dejan de ser público para convertirse en personajes; participan en la historia y hasta ayudan a crear atmósferas, como cuando inventamos tormentas con sus voces”, añadió.
Uno de los mayores aciertos del montaje es su rol fundamental de interacción con la audiencia. Aquí, los espectadores dejan de ser entes pasivos para convertirse en “personajes” que ayudan a crear atmósferas y a impulsar la trama.
“Un homenaje a quienes hacen posible los sueños desde el anonimato”
Como describe el equipo, las tormentas se fabrican con la voz del público, rompiendo la cuarta pared de manera orgánica y divertida.
El nexo principal con esta tripulación improvisada es el personaje de Prolegómeno, interpretado por Carlos Alexis, quien actúa como un fiel asistente de la capitana y un cómplice directo de los asistentes, recordándonos constantemente que el teatro se está creando a sí mismo frente a nuestros ojos.
“Este proyecto nace de un trabajo colaborativo muy hermoso. La idea original surge de los creativos, el escenógrafo y la vestuarista, y rinde homenaje a quienes hacen posible los sueños desde el anonimato: diseñadores, maquillistas, tramoyistas”, expresó el actor.
“Es una comedia de piratas, sí, pero también es una carta de amor a la mecánica del teatro y a los oficios invisibles que construyen la magia”, agregó.

Una carta de amor a quienes construyen la ilusión
El giro argumental más significativo ocurre cuando la tripulación se encuentra con los “fantasmas de la mecánica teatral”. Lejos de ser espectros aterradores, estos personajes representan a los artífices anónimos que construyen la ilusión: los mágicos responsables de la luz, la tramoya y el vestuario.
Este encuentro es el corazón conceptual de la obra, pues revela la magia que se oculta tras bambalinas y rinde tributo a quienes, desde las sombras, hacen posible que los mundos imaginarios cobren vida de manera tangible y asombrosa.
Más allá de la técnica, la propuesta escénica busca enseñar algo vital: equivocarse e improvisar también son parte del arte. “Cada función se vuelve única porque nos permitimos jugar. Equivocarse no es un error, sino una oportunidad para inventar algo distinto”, comentó.
Aprender a soltar la idea de la perfección
“Eso es lo que más disfruto: soltar la idea de la perfección y descubrir que la originalidad está en lo pequeño, en lo inesperado, en cómo construimos con el público. Ese es el verdadero tesoro de esta isla de piratas”, agregó.
El elenco estuvo conformado por Margarita Lozano, José Grillet, Angélica Buater y más. Esta obra ha destacado por su importante nominación en los Premios Metropolitanos del Teatro 2024 , destacando en tres categorías: Mejor Obra para Público Joven, Mejor Diseño de Escenografía y Mejor Diseño de Vestuario.

Por qué el teatro es un acto vivo e imperfecto
“El teatro es un acto vivo y eso se comparte en La mecánica de los sueños, es la posibilidad de dejar atrás la idea de que todo debe ser perfecto o grandioso; aquí celebramos la imaginación y la risa”, dijo.
“Lo que más me conmueve es ver a los niños descubrir que los sueños no están solo en los cuentos, sino en la complicidad de fabricarlos juntos, escena tras escena”, concluyó el actor.
La mecánica de los sueños es mucho más que una obra infantil. Es un sofisticado y entrañable montaje metateatral que encuentra un equilibrio casi perfecto entre la comedia de aventuras, la reflexión sobre el arte y el espectáculo visual. Es un recordatorio de que el teatro es un acto vivo, colectivo e imperfecto, y que precisamente en esas cualidades reside su fuerza liberadora.
Al final, la obra nos deja con la idea central extraída de su propia sinopsis, una reflexión que resuena mucho después de que cae el telón: nos recuerda que “la mejor manera de navegar por los sueños es en compañía de los demás”. Y no hay mejor compañía para soñar que la que se forja en la complicidad de una sala de teatro.