Imagine Dragons en el Estadio GNP: Un rugido de luz y fuego
La segunda fecha de Imagine Dragons en la Ciudad de México este 7 de septiembre se convirtió en una fiesta de luces, fuego y energía desbordante. La fiesta llenó hasta el último rincón del Estadio GNP Seguros. Miles de fans, entre gritos y lágrimas, respondieron al llamado de la banda liderada por Dan Reynolds, que una vez más confirmó por qué su conexión con el público mexicano es tan especial.
El arranque fue contundente: “Fire in these hills”, seguida por “Thunder” y “Bones”, desató una oleada de euforia que atravesó la explanada como un rayo eléctrico.
Entre celebración y nostalgia
Con apenas unos segundos de cada canción, la multitud ya estaba entregada, brincando, coreando y dejando claro que este concierto no sería una noche cualquiera.
A diferencia de otras visitas, donde Dan Reynolds ha compartido discursos íntimos sobre su lucha contra la depresión y la ansiedad, mensajes que han marcado a más de un fan en carne viva. En esta ocasión el espectáculo se inclinó más hacia la celebración y menos hacia la confesión. Hubo emoción, sí, pero faltaron esas palabras de resiliencia que suelen transformar sus shows en un refugio colectivo.
El abrazo musical de la banda
Sin embargo, la banda encontró otras formas de abrazar a su público. Desde los acordes acústicos de “Waves” hasta la vulnerabilidad de “Bad liar” y “Birds”. Imagine Dragons tejió un viaje emocional que se balanceó entre la nostalgia y la catarsis.

Cada canción era recibida con un coro ensordecedor, recordando que para sus seguidores, la música de los dragones no solo es un espectáculo: es una parte esencial de su vida. Lo que sí permaneció intacto fue el compromiso con quienes estaban más lejos del escenario. En el área de General B y hasta en las gradas más altas, nadie se sintió olvidado.
Pirotecnia, confeti y un homenaje a México
La pirotecnia iluminaba el cielo de la capital como si fueran llamaradas surgidas del mismísimo dragón. Mientras lluvias de confeti caían sobre la multitud, bañando de color cada rincón del estadio. La distancia desaparecía y todos eran parte de un mismo rugido.
Uno de los momentos más mágicos llegó con “Cielito lindo”, interpretada como un homenaje sincero a México. El estadio entero se unió en una sola voz, creando un puente emocional entre la banda y el público que iba mucho más allá de cualquier idioma.
Un cierre vibrante e inolvidable
La recta final fue un carrusel de himnos: “Enemy”, “Eyes closed”, “Don’t forget me” y, por supuesto, “Believer”, que estalló como un grito colectivo de resistencia y esperanza.
Cada acorde se sentía como un latido, cada explosión de fuego como un recordatorio de que la música de Imagine Dragons está hecha para sanar, levantar y liberar.
La segunda noche de Imagine Dragons en la Ciudad de México no fue el show más introspectivo de la banda, pero sí uno de los más vibrantes y potentes.
Entre fuego, confeti e himnos que ya forman parte de la memoria colectiva, los dragones volvieron a demostrar que su relación con el público mexicano es de las más intensas en el mundo. Porque aquí, cada canción no solo se escucha: se vive, se canta, se grita… y se guarda en el corazón.
