Entre risas y dolor: ‘Los Roses’ y el matrimonio al borde del abismo
La corta distancia que hay entre el odio y el amor es algo que Jay Roach y Tony McNamara exploran en la nueva visión de Los Roses, protagonizada por Benedict Cumberbatch y Olivia Colman.
En Clímax en medio les compartimos una breve charla que dio el director Jay Roach, quien ahondó en la locura, el humor negro y el delicado balance entre el amor y el odio en un matrimonio.
“Los Roses arranca como la mayoría de las comedias románticas nos dicen que deben lucir las relaciones románticas. Al principio, la relación de Theo (Benedict Cumberbatch) y Ivy (Olivia Colman) es envidiable”, expresó.
Una tragedia casi shakesperiana
“Son encantadoramente comunicativos y elocuentes, con un ingenio tremendo. Hasta que sus caminos dan un giro catastrófico. Y es un verdadero placer ver a Benedict y a Olivia atravesar todo eso. Esta es una película con momentos muy divertidos, sin duda. Pero, en el fondo, es una tragedia… casi shakesperiana”, siguió.
“De alguna manera, son amantes desafortunados, incluso después de 10 años de matrimonio. Desde el principio uno intuye que no va a terminar bien, porque sus identidades están en juego”, explicó Roach.
El director también habló acerca del peculiar intercambio de identidades que van pasando en el filme.

Crisis de identidad y redescubrimiento
“Theo, debido a una serie de acontecimientos, pasa de ser muy arrogante, seguro de sí mismo y divertido, y de estar en la cima de su juego, a perder de golpe su chispa y entrar en una profunda crisis de identidad”, expresó.
“A Ivy, entre tanto, que ha reprimido una parte de su vida —casi de forma subconsciente— al dedicarse a criar a sus hijos y dejar de lado sus ambiciones profesionales: como tener su propio restaurante, de pronto se le presenta una oportunidad de éxito, poder y autonomía propia”, sumó.
“Recupera una buena dosis de magia que quizá ni siquiera sabía que tenía. Y justo en ese momento de desestabilización, comienzan a darse cuenta de que seguir comunicándose como lo hacían antes, quizás ya no funcione como hasta ahora”, añadió.
La química entre Benedict Cumberbatch y Olivia Colman
Una parte importante es la química entre Benedict y Olivia, lo cual para Jay resultó en la pareja ideal para Los Roses.
“Adoro el ingenio británico y estos dos están en la cúspide de ese humor. Olivia es desopilante y el Theo de Benedict parece un personaje de Peter Sellers. Hacen que parezca tan fácil. Pero ser gracioso es tan difícil”, dijo.
“Sin embargo, a ellos les sale de forma tan natural, es como un sexto sentido. Soy fan de Benedict desde hace muchísimo tiempo”, continuó.

El humor como sexto sentido
“Me pareció muy gracioso en Sherlock, Patrick Melrose me pareció una comedia negra, y además es un gran comediante físico. Y Olivia Colman es divertidísima, y lo ha sido desde la primera vez que la vi en la televisión británica en Fleabag”, complementó.
“Ambos son motores cómicos brillantes, con un ingenio mordaz increíble. Es asombroso lo bien que funcionan juntos en esto. Los Roses es un drama, pero claramente apunta a un entretenimiento cómico que el público compartirá con los personajes, y eso es difícil”, dijo.
“No hago comedias desde hace muchos años. Encuentro que la comedia es mucho más difícil que el drama, porque es alquimia”, siguió.
Una mezcla de ingredientes únicos
“Es mezclar muchos ingredientes extraños y dar en la tecla en algo tan indefinible, que no tiene nada de científico. Es una situación única, y estas dos personas tienen superpoderes en ese sentido”, agregó.
Roach también recordó cómo dio con este proyecto en particular. “Me reuní con Tony McNamara, el guionista, en la primavera de 2023 por otros proyectos, y conectamos de inmediato. Soy un gran admirador de The Great, La favorita y Pobres criaturas”, destacó.
“Saber que Benedict y Olivia irían a protagonizarla, obviamente, también fue un gran atractivo. Al igual que la forma en que la gente hablaba de esto, como algo con un alcance muy distinto al de la película original”, siguió.

Una nueva visión distinta a la de 1989
“Como algo que tenía algunos de los patrones y la estructura de esa película, pero los personajes, la ambientación y el recorrido eran distintos en todos los sentidos”, complementó.
Claro que, como toda adaptación, ésta ofrece una nueva visión que resulta bastante diferente a la cinta de 1989.
“La película de Danny DeVito, quien la dirigió, es brillante. Sin embargo, una diferencia clave en nuestra película es que en la de Danny, los miembros de esa pareja, interpretados por Michael Douglas y Kathleen Turner, se enfrentan entre ellos desde muy temprano”, comentó.
“Gran parte de la diversión de esa película radica en ver cómo van a destruirse mutuamente y cuánto va a tardar en suceder eso. Nuestra película no trata sobre cómo se van a destruir mutuamente, sino si lo van a hacer o no”, sumó.
El trasfondo emocional de la historia
Para el cineasta ese es el verdadero trasfondo de la nueva propuesta: “A lo largo de toda la historia, Theo y Ivy intentan redescubrir cuál es ese “pegamento” que los puede mantener unidos, y cómo conservarlo”, comentó.
“También está, por supuesto, la diversión —porque es una comedia de divorcio— de ver cuán despiadada y deliciosamente se atacan entre ellos, pero una y otra vez vuelven a intentarlo, y a lo largo de toda esa autodestrucción uno se pregunta: ¿y si aún lo logran?”, reflexionó el cineasta detrás de La familia de mi novia.

Ansiedad, humor y lenguaje del amor
Asimismo, existe un cambio en el tono de esta reinterpretación de la novela de Warren Adler: “Suelo relacionar las películas que hago con mis sueños de ansiedad. No tengo otro tipo de sueños, pero mi mecanismo de defensa es, básicamente, reírme a través de ellos”, dijo.
“Como soy una persona ansiosa, a menudo uso el humor para atravesar momentos difíciles. Y creo que las personas que en sus relaciones aprenden a hacer eso bien: bromear y burlarse mutuamente como forma de sobrellevar con humor situaciones incómodas o tensas, muestran señales de un vínculo sano”, explicó Jay.
Y es desde ese lado emocional que el realizador busca conectar con la audiencia: “De eso trata esta película: de cómo, a veces, ese lenguaje de amor puede ir más allá de una simple broma y convertirse en un ataque. Y cómo a veces no puedes percibir la diferencia”, enfatizó.
Cine personal y catártico
“Las películas para mí tienen que ser personales. De lo contrario, no sé cómo comprometerme con ellas al nivel que requiere un director”, expresó.
“Si hay algo que intento procesar mientras estoy haciendo una película, me parece que puede ser una conversación saludable tanto para mí como para el público. De forma muy egoísta, cada vez que hago una película, estoy resolviendo mis propios asuntos”, complementó.
Además, esta versión de Los Roses ofrece y habla mucho del estado de las relaciones y el matrimonio moderno.

Comunicación y vínculos en el matrimonio moderno
“En un nivel, trata sobre cómo uno puede ser encantador, ingenioso y lo suficientemente inteligente para que tu pareja siga disfrutando de estar contigo. Envidio las parejas así, que tienen un lenguaje amoroso que no es excesivamente sincero, sino que se apoya en lo subversivo, la sátira y la ironía”, dijo.
“La comunicación franca es clave, y lo vemos a través de lo que les ocurre a Theo y Ivy. Lo cierto es que no sabemos quiénes somos realmente, mucho menos quién es nuestra pareja; no podemos nunca conocer del todo lo que pasa por la mente de otra persona”, agregó.
La casa como símbolo
Como en la novela y la anterior versión, Theo y Ivy terminan peleando por su casa soñada. Pero ¿qué representa este recinto en la historia actual?
“Esa casa tenía que ser la casa perfecta. Tenía que ser un personaje más: una manifestación del redescubrimiento del encanto de Theo. Hasta le dimos una voz propia, una Siri o Alexa que está en el centro de todo esto, casi como HAL, el personaje de 2001: Odisea del espacio”, explicó.
“A lo largo de la historia, se vuelve evidente que los egos de Theo y Ivy se han enredado tanto con sus ambiciones individuales que probablemente terminen desencontrándose. La casa los condena, porque sienten que deben hacer este proyecto gigantesco y ambicioso para salvar su matrimonio”, siguió.
“La ironía es que termina siendo un factor en la destrucción de su matrimonio porque invierten demasiado en ella. Se aferran demasiado a ella como si fuera la solución a todo”, afirmó.

La cena como espacio de conflicto
En ella, sucede una escena emblemática para Los Roses: la cena en la que Theo y Ivy reiben a sus amigos en el estreno de la misma, algo que fue bastante divertido para Roach.
“Adoro las escenas de cenas formales. Algunos de mis momentos favoritos en los que he trabajado fueron precisamente la escena de la cena en La familia de mi novia y el Dr. Evil alrededor de la mesa en Austin Powers”, comentó.
“Una reunión en torno a la mesa te da un gran terreno para el conflicto. Puedes preconfigurar todos los conflictos, establecer las fuerzas en juego y luego sentar a todas las personas y obligarlas a permanecer juntas. Es un crisol cómico fantástico. Una olla a presión, en cierto modo”, sumó.
Identidad cultural y malentendidos cómicos
De acuerdo con el director este filme también muestra un ejercicio de identidad y cultura de un rincón del mundo: “Hay algo único en la forma en la que hablan las parejas británicas que los estadounidenses simplemente nunca van a entender”, comentó.
“Así que, con los estadounidenses alrededor de la mesa (como los personajes de Amy y Barry interpretados por Kate McKinnon y Andy Samberg; y los de Sally y Rory, interpretados por Zoë Chao y Jamie Demetriou) todo se convierte en un gran malentendido cómico sobre la situación entera”, añadió.
“Y esa es una de las cosas que me fascinan de esta película. Theo y Ivy están intentando ocultar la intensidad de su conflicto, de reprimirla, pero uno sabe que aflorará”, señaló el director.
Improvisación y caos controlado
Además, existen grandes improvisaciones extraordinarias por parte del elenco en esa secuencia, mismas que se complementan muy bien con el brillante guión de McNamara.
“Rodamos numerosas versiones de múltiples escenas. Lo que me gusta de ese proceso no es únicamente que surgen nuevas líneas e ideas geniales, sino que las cosas se vuelven un poquito más riesgosas”, expresó.
“Hay un poco menos de estabilidad, un poco más de caos apenas contenido. Siempre he dicho que me encantan las tomas después de que dos actores se hacen reír el uno al otro y se salen del personaje por un momento. Cuando los haces volver a meterse en el papel, sucede algo muy interesante que creo que el público percibe”, sumó.
El guion y el talento actoral
“Y cuando cuentas con comediantes con tanto talento para improvisar como estos, eso agita toda la olla. Realmente disfruto esa parte de hacer comedias. En esta fue difícil, porque el tono es, en gran parte, el de una historia de amor, y hay momentos bastante dramáticos y oscuros”, siguió.
“Además, es un guion excelente desde el principio, así que, sin duda, la gran mayoría de lo que usamos en la película proviene directamente del guion de Tony. Es un gran guionista y es tan gracioso. Pero también están esas otras cartas inesperadas que los grandes intérpretes pueden sacar de la manga”, apuntó el director.
Una lectura emotiva y reveladora
Finalmente, Jay Roach comentó lo que espera que se lleve la gente al ver Los Roses. “Benedict y yo hablamos específicamente de esto después de la lectura del guión, porque fue una lectura muy emotiva, lo cual fue sorprendente porque lo hicimos por Zoom, así que básicamente solo éramos un montón de recuadros con cabezas en una pantalla”, comentó.
“Pero al terminar nuestra primera lectura, aunque todos reían en las primeras partes, la historia se volvió aún más clara, y todos entendimos exactamente en qué estábamos metidos. Hacia el final, quedó claro lo profundamente trágico y desgarrador que es todo esto”, agregó.
El mensaje final sobre las relaciones
“Cuando concluimos, Benedict me dijo: ‘Espero que esta película haga que cada persona que la vea se gire hacia su pareja y le diga: Vaya, tenemos que hablar honestamente y dejar de lado todo lo superficial, porque si no lo hacemos, podríamos empezar a malentendernos. Podríamos dejar de darnos el beneficio de la duda’”, destacó.
“Y creo que esa es la verdadera magia de toda relación. Una vez que pierdes eso, entras en terreno resbaladizo. Benedict expresó con mucha precisión lo que yo estaba pensando. Y eso es algo muy valioso a lo que aspirar cuando estás haciendo una película”, concluyó.