“El cine es un medio de ir a América Latina y de sentir todas las culturas que existen allí”: Jean-Christophe Berjon
El vínculo entre Francia y América Latina, en particular con México, tiene un rostro inconfundible en el ámbito cinematográfico: el de Jean-Christophe Berjon, actual delegado general del Festival de Biarritz Amérique Latine (20-26 sep. 2025) y antiguo director de la Semana de la Crítica de Cannes.
Su trayectoria lo ha convertido en una de las figuras más influyentes en la proyección internacional del cine latinoamericano, y especialmente del mexicano, que gracias a su mirada crítica y a su empeño ha encontrado plataformas de visibilidad en algunos de los escenarios más importantes del mundo.
El cine como viaje cultural
Berjon concibe el cine no solo como entretenimiento, sino como un medio privilegiado para viajar y descubrir culturas. “El cine es un medio de ir a América Latina y de sentir todas las culturas que existen allí”, explica en conversación con Clímax en Medio.
El Festival de Biarritz, bajo su dirección, se ha consolidado como un espacio que trasciende las proyecciones: hay debates con directores después de cada función, incluso en encuentros íntimos con grupos reducidos; mesas redondas universitarias; presentaciones literarias; exposiciones de fotografía; conciertos y gastronomía latinoamericana.
“El festival debe ser un viaje sin necesidad de comprar un boleto de avión”, dice. La apuesta es clara: hacer de Biarritz un escaparate cultural donde se sienta la vitalidad de América Latina en todas sus dimensiones.

La alianza con otros festivales
Uno de los desafíos que Berjon ha sabido gestionar es la convivencia de fechas y estrenos con otros grandes festivales, como San Sebastián o Toulouse. Lejos de caer en una lógica de competencia, ha impulsado acuerdos de colaboración:
“No tiene sentido que nos bloqueemos mutuamente películas latinoamericanas. Al contrario, debemos multiplicar las oportunidades para los cineastas”, señala.
Así, títulos que compiten en Toulouse también pueden exhibirse en Biarritz, y las películas en estreno mundial en San Sebastián encuentran después espacio en la programación francesa.
Esa cooperación asegura mayor proyección para las obras latinoamericanas en Europa, en un contexto en que cada vez resulta más difícil para los directores encontrar distribuidores en Francia.
Biarritz y México: una relación privilegiada
El festival ha mantenido en los últimos años una estrecha relación con México, país que ha enviado invitados de primer nivel. Alfonso Cuarón, Gael García Bernal y Diego Luna han sido parte del cartel en distintas ediciones, generando gran expectación entre el público francés.
Esa afinidad no es casual. Berjon lleva años residiendo en México gran parte del tiempo, donde ha trabajado como productor de contenidos televisivos sobre cine y cultura. Para Canal 22, Foro TV o TV UNAM ha realizado programas especializados, cápsulas desde Cannes y mesas redondas sobre la actualidad del país.
Dos de sus proyectos más destacados son Mextranjero, espacio en el que corresponsales internacionales en Ciudad de México analizan la realidad nacional, y Los Melo, un programa cultural en el que personalidades mexicanas comparten los tres libros que han marcado su vida.
“México es mi casa”, afirma sin rodeos. “Paso allí la mayor parte del año, salvo los meses que debo estar en Francia por el festival”, dijo.

Hijas con Arcelia Ramírez
Su vínculo con México también es personal y familiar. Tiene dos hijas con la actriz Arcelia Ramírez, figura central del cine y el teatro mexicano.
La actriz, de larga trayectoria, ha trabajado con cineastas como Arturo Ripstein, Luis Estrada o Tatiana Huezo. Recientemente tuvo un papel protagónico en Las muertas, adaptación para Netflix de la célebre novela de Jorge Ibargüengoitia.
Una de sus hijas ya sigue la ruta artística: ganó el Premio Ariel a actriz revelación y estudia actualmente en París, en el Cours Florent, prestigiosa escuela privada que ha formado a intérpretes como Thibault de Montalembert.
“Es admirable ver cómo desde joven se entrega a un oficio tan exigente, y hacerlo además en otro idioma”, comenta Berjon con orgullo.
La huella en Cannes
Antes de llegar a Biarritz, Jean-Christophe Berjon desempeñó un papel crucial en la Semana de la Crítica de Cannes entre 2004 y 2011. Esa sección paralela del festival, dedicada a descubrir nuevos talentos, fue decisiva para que cineastas mexicanos jóvenes encontraran visibilidad en Europa.
Aunque aclara que no fue el único responsable —nombres como José María Riba o Philippe Rouyer ya habían abierto camino con figuras como Guillermo del Toro en los años noventa—, reconoce que durante su gestión consolidó un puente directo con México.
Ahí mostró cortometrajes y óperas primas de directores como Rodrigo Plá, David Pablos o Natalia Beristáin, y promovió un acuerdo estable con el Festival de Morelia, gracias al cual cada año una selección de cortos premiados viajaba a Cannes.
“Esa colaboración permitió que el cine mexicano joven tuviera una vitrina internacional inmediata”, recuerda.
“No puedo atribuirme todos los méritos, pero sí creo que dimos continuidad y fuerza a una dinámica que marcó a toda una generación”, añadió.

Un contexto cambiante: Netflix y los Óscar
El diálogo con Berjon revela también su mirada crítica sobre los cambios en la industria. Aunque celebra los logros internacionales de películas latinoamericanas —como el Oscar para Roma, de Alfonso Cuarón—, no oculta su preocupación por el peso de Hollywood y las plataformas de streaming en la definición del “cine mundial”.
“Los Oscar no son la Copa del Mundo del cine, ese lugar corresponde a Cannes, Venecia o Berlín”, afirma.
“Hollywood estaba molesto de no controlar esa legitimidad, y decidió abrir su premio para aparentar que es el árbitro universal”, agrega.
El caso de Roma le parece revelador: “Es un filme totalmente mexicano, pero financiado por Netflix, que no deja de ser un gran estudio de Hollywood. Fue un gesto de seducción global, pero también una manera de mostrar músculo frente a la industria tradicional”, dijo.
Para Berjon, la globalización de la producción cinematográfica —con sistemas de coproducción internacional cada vez más extendidos— abre oportunidades, pero también riesgos.
“Las películas ya casi nunca son de un solo país. Eso da respaldo, pero también homogeneiza. Lo peligroso es que, al final, un solo jugador imponga sus reglas”, advierte.
El futuro de Biarritz
De cara a los próximos años, el reto del Festival de Biarritz es mantenerse como un espacio de descubrimiento y de diálogo cultural. La apuesta no es competir con gigantes como San Sebastián, sino complementarlos y ofrecer una experiencia única al espectador.
“Queremos que quien venga a Biarritz viva una semana en América Latina: cine, literatura, música, debates, danza y gastronomía”, subraya.
La ciudad francesa, con su cercanía cultural y lingüística al mundo hispano, es el escenario perfecto para ello. Y bajo la batuta de Berjon, el festival ha encontrado un equilibrio entre rigor artístico y calidez cultural, entre compromiso político y celebración de la diversidad.
Un puente humano y cultural
Jean-Christophe Berjon encarna la figura de un mediador cultural en el sentido más amplio: un francés que hizo de México su casa y que, desde allí, tendió un puente para que el cine latinoamericano encontrara reconocimiento en Francia y en Europa.
Sus hijas con Arcelia Ramírez, su trabajo en la televisión mexicana, su cercanía con directores emergentes y consagrados, y su liderazgo en Biarritz y Cannes son piezas de una misma historia: la de alguien que entendió que el cine no es solo imágenes en pantalla, sino un vehículo para el encuentro entre culturas.