“El Grito del Tiempo”: La herencia del círculo emocional de Duncan Dhu
Se cumplen 41 años desde que un trío de amigos se lanzó a la aventura y conformó un grupo musical que se convirtió en uno de los más importantes de Rock en tu Idioma. Hablamos de Duncan Dhu, conformado en su inicio por Mikel Erentxun, Diego Vasallo y Juan Ramón Viles, quienes llamarían la atención con el EP, Por tierras escocesas (1985) y su primer lanzamiento de larga duración, Canciones (1986), pero sería El grito del tiempo (1987) el que los volvería un referente.
El grito del tiempo es un disco especial, no sólo porque es el que les manda a la fama internacional sino porque es el único donde los miembros de la banda no tocan sus instrumentos, siendo músicos de estudio como Luis Lozano o Enrique Mateu de Villavicencio los encargados de hacerlo por decisión del productor y la disquera.
Un viaje inmersivo hacia otras regiones en décadas pasadas
Yo tenía 12 años cuando, a punto de salir de vacaciones al puerto de Tampico, siete horas en carretera, encontré en rebaja el cassette de la banda en una tienda de autoservicio; curiosamente no sería el gran sencillo del disco, “En algún lugar” el que me haría comprarlo, sino una canción que comenzaba a sonar en la radio, “La barra de este hotel” cuya letra me atraía de una forma que no podía explicar.
El viaje en carretera me hizo repasar el disco tema a tema, descubriendo la sencillez de sus letras, pero hallando en ellas algo que no podía dejar de abrazar, canciones que hoy en día continúan siendo de mis favoritas en la vida.
El disco abre con “En algún lugar”, tema emblemático de la agrupación y que aún hoy en día, es el punto álgido de los conciertos de Erentxun. Una canción rockabilly que incorpora algo del rock británico de la década de 1960, combinados con una letra melancólica y con un dejo de esperanza que ha conquistado a muchos desde entonces. Y que hay que haber estado debajo de una piedra para no conocerla.
“Tu sonrisa” es una canción festiva en su música, con una letra pesimista y derrotista, donde se cuenta la historia de aquellos que deben ocultar sus emociones y fingir que todo está bien cuando en el fondo la depresión les inunda.

El romanticismo de los juglares contemporáneos
Aligerando el pesimismo llega “Señales en el cielo” que impulsa a seguir adelante con una letra que motiva al que la escucha a romper con aquello que lo ata para seguir adelante, sabiendo que a pesar que quizá sientas que viajas en soledad, la gente que te quiere siempre estará a tu lado.
“Al caer la noche” es una canción que suena completamente a lo que es, Duncan Dhu, a pesar de ser un cover de “Twilight Time”, original de The Platters. Un tema acústico con poca duración y una letra hermosa llena de emociones.
El siguiente tema es “La tierra del amor” que busca recuperar la romanza de los juglares medievales, una canción que evoca ecos de las leyendas de la caballería, de Ivanhoe al Quijote, que atrapa la imaginación y nos lleva a recorrer el campo medieval.
“No debes marchar” funciona como una buena secuela del tema anterior, el regreso al lugar abandonado muchos años después, con el conocimiento de que quizá no fue la mejor opción, una letra sobre madurar.
“Si te acuerdas piensa en mí”
“La barra de este hotel” es, como dije, la canción que me hizo comprar el cassette, una letra sobre la fugacidad de las relaciones que no llevan a nada, sobre la soledad que terminan dejando en el alma y el hastío de saber que, a la larga, no te dejan más soledad a pesar del momento de placer vivido en esa barra, en esa habitación.
El siguiente tema, “Una calle de París” es una bella reflexión sobre el desamor, con ecos a “Casablanca” y su mítico “siempre tendremos París”, la nostalgia, la pérdida, pero sobre todo, la resignación y el sonreír por los buenos tiempos que hacen de esta canción un clásico instantáneo.
Ahora hablemos de “Mi tierra, mi casa y una mujer”, la primera canción que hizo que me fijara en el autor, Diego Vasallo, una canción sobre el recuerdo, la ilusión y el amor. Es innegable decir que este fue el tema que me hizo fan de la agrupación y una de las canciones que más amo de ellos. La línea “si te acuerdas piensa en mí” se convertiría en mi firma en las cartas que llegaba a escribir a mano y, ahora, como parte de mi firma electrónica en mi email.
“El sentido de tu canción” es una dura reflexión sobre el ritmo acelerado en que nos acostumbramos a vivir, donde todo es tan rápido que ya no tenemos tiempo para reflexionar las cosas con calma, si para 1988 el tema daba en el clavo, en la actualidad, la canción resulta mucho más importante ante el bombardeo de información tecnológica que enfrentamos.

La melancolía por un adiós definitivo
Ahora, “Paloma blanca”, de nuevo habla de la pérdida, pero no de una relación amorosa, sino sobre la amistad profunda que, por alguna u otra razón, termina por romperse, alejando a las personas que fueron cercanas.
“Dirección sur” nos lleva al dolor de las mujeres que han visto partir a sus enamorados, sin esperanza de verles de nuevo, aunque nunca pierden el deseo de verlos, otro tema que juega con el juglar medieval y que, a pesar de su aparente tristeza, usa un ritmo divertido y esperanzador.
Para cerrar llegaba “El río del silencio” que nos ofrece una balada melancólica, demasiado pesimista, una canción sobre las esperanzas perdidas y sin redención. Un tema que contrasta con el inicio del álbum, como si se empeñaran en hacer un círculo perfecto sobre los sentimientos que una persona puede experimentar.
“El grito del tiempo”, entonces, es un disco sobre el amor, la esperanza, los sueños, el desamor y la pérdida, un disco que conforme pasa el tiempo se comprende y disfruta más, que al ir madurando uno como persona entiende mejor sus metáforas y significados, una oportunidad para recordarle a quienes nos importan que, si se acuerdan, piensen en nosotros por lo menos una vez.
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